viernes, 26 de junio de 2015

Resultado del test de embarazo... ¡Positivo!

Terminé mi etapa de becaria el 30 de abril, como ya os he contado en otra ocasión. Aprovechando que el día 1 de mayo era festivo, mi marido y yo quisimos pasar esos tres días en los que él tampoco tenía que trabajar en su tierra junto a su familia. Lo cierto es que, a pesar de que los días inmediatamente anteriores los había pasado bastante regular, el fin de semana fue muy normal para mí en lo que a mi organismo se refiere, aunque sí notaba que mi vientre estaba un poco hinchado.

La vuelta a casa transcurrió también con absoluta normalidad, pero el primer lunes del mes de mayo volví a no encontrarme bien del todo. La regla tenía que llegar dos días después, el miércoles, pero yo seguía convencida de que algo no era como siempre. Así, mientras mi marido estaba trabajando, descubrí por Internet (concretamente en Amazon) unos test de embarazo que contaban con comentarios y críticas de los que ya habían recurrido a ellos; todas las valoraciones eran muy positivas y todos coincidían con que los resultados eran 100% fiables. ¿El precio? ¡Tres test por tan solo seis euros! Nada que ver con los que estamos habituados a ver en las farmacias.

Tuve una ocasión de hablar por teléfono con mi marido y él me dijo que los pidiera. Podía ser que justo los recibiera cuando ya hubiera estado menstruando y ya no me hicieran falta, pero tardan prácticamente año y medio en caducar, por lo que no me preocupó en absoluto al confiar en que para entonces ya habría tenido la oportunidad de usar al menos uno de ellos. Pedidos el lunes, el viernes de esa misma semana llegaron, por lo que mi satisfacción con el vendedor era máxima.

Miércoles, jueves... La regla no me bajaba. Si bien había dejado de tomar las píldoras anticonceptivas recientemente y eso podía hacer que mis ciclos fueran irregulares, el anterior me duró alrededor de los 28 días que dice la teoría que tiene que durar. El viernes tampoco llegó. Aquella semana, mi marido estaba trabajando por la tarde y hasta pasada la medianoche no llegaba a casa. Sin embargo, recibí los test de embarazo minutos después de salir él por la puerta y habíamos acordado que los dos estaríamos presentes a la hora de ver el resultado. Y es que siempre hemos tenido claro que, el día en que me quedara embarazada, él se implicaría todo lo que fuera posible en el embarazo para que pudiera disfrutar y sentir de cerca una etapa tan mágica y maravillosa.

Los test de embarazo son más fiables, además de con el paso de los días, cuando se hacen con la primera orina del día; pero, aunque había estado esperando varios días, sabía que no podría dormir esa noche sabiendo que tenía la respuesta al alcance de mi mano. Por ello, hice lo posible por no orinar (algo difícil, ya que había aumentado bastante la frecuencia en que tenía que ir al cuarto de baño, algo que me hacía sospechar aún más de que estaba embarazada) y también evité beber agua para obtener una mayor concentración de la hormona gonadotropina coriónica humana (hCG), que es la que desvela el estado de buena esperanza en los tests.

Test de embarazo positivo.
Llegó mi marido a casa a las 00:25 de la noche. Entonces, procedí a hacerme la tan esperada prueba. Al principio, los dos observamos que una rayita de color rosa intenso aparecía junto a la C ("control"), lo que indica que el test es correcto y nada ha fallado (si no hubiera sido visible, la validez de la prueba habría sido nula). A los pocos segundos, dimos los dos un chillido de alegría al ver que otra rayita, aunque no muy marcada que digamos, surgía junto a la T ("test"), lo que confirmaba que unos meses después seríamos papás por primera vez. ¿Los sentimientos en ese momento? Una alegría infinita, es algo indescriptible que las palabras no son capaces de explicarlo.

Tal vez me he extendido un poquito más en esta ocasión, pero tampoco me parecía oportuno cortar este capítulo a la mitad. En la siguiente entrada seguiré contando la historia, haciendo especial hincapié en el mes de mayo y, muy especialmente, en la reacción de nuestros padres cuando se lo contamos.

lunes, 22 de junio de 2015

La búsqueda de nuestro bebé

¡Aquí estoy de nuevo! Siento haber estado desaparecida tantas semanas y encima cuando estoy comenzando a escribir un blog en el que contar mi experiencia. Pero he regresado con ganas de seguir escribiendo con bastante frecuencia cada una de las novedades que van sucediéndose durante esta etapa tan feliz de nuestras vidas.

Novedades sí que ha habido alguna que otra, pero no quiero empezar la construir la casa por el tejado, por lo que continuaré explicando la historia donde la dejamos. Recuerdo que la última vez hablaba de lo difícil que resulta encontrar el momento apropiado a la hora de dar el paso de buscar la llegada de un nuevo miembro a la familia, y más todavía cuando éste sería el primer bebé en llegar a la vida de una pareja. La conclusión creo que fue más que evidente, y es que el momento ideal es el momento que deseemos, ya que de otra manera habría que esperar (¡exagerando!) a que los planetas estén alineados.

Primavera en nuestro pueblo.
Ahora, seguiré la historia a partir de, aproximadamente, Semana Santa de 2015. Poco antes, justo en marzo, cuando me bajó la archiconocida menstruación, decidí dejar de tomar las píldoras anticonceptivas, ya que mi marido y yo teníamos la esperanza de poder empezar con la búsqueda unos meses después y nos habían advertido que desde que dejara de consumirlas hasta que yo recuperara mi fertilidad, podrían transcurrir unos cuantos meses. Por ello, el último blister que teníamos reservado en casa para marzo-abril se ha quedado guardado de manera definitiva.

Así, llegada la Semana Santa decidimos escaparnos a nuestro pueblo y pasar allí unos agradables días con familia y amigos. Precisamente era una pareja de amigos con la que estuvimos hablando del tema "hijos" y él, sin dudarlo, nos dijo algo así como: "El momento nunca llega; simplemente, id a por el bebé cuando vosotros deseéis tenerlo". Al llegar a casa, tanto mi marido como yo coincidimos: nuestro amigo nos había terminado de convencer. 

El día 8 de abril tuve la que sería mi última regla. Sin embargo, siendo conscientes de lo casi imposible que nos pintaba todo el mundo que nos quedáramos embarazados de manera más o menos rápida, no nos obsesionamos en absoluto. Por mi parte, yo empecé a consumir Natifar, un complejo que me recetó mi médico que contiene ácido fólico, yodo y vitamina B12 de cara a un futuro embarazo. 

Nuestra vida sexual siguió siendo la de una pareja joven normal que vive junta, sin más ni menos frecuencia de lo habitual y sin pensar nunca en un bebé que pudiera nacer con la llegada del 2016 ni mucho menos. Cierto es que mucha gente, incluyendo al propio médico y ginecóloga, nos advirtió que la probabilidad de quedarme embarazada era inversamente proporcional al grado de obsesión que tuviéramos con ser papás. Y lo cierto es que nuestro grado de obsesión era completamente nulo.

Finalizando el mes de abril, yo notaba mi cuerpo diferente; algo estaba cambiando dentro de mí. Se lo comenté a mi marido, naturalmente, y también a la que siempre ha sido y será mi mejor amiga: mi madre. Los dos coincidían que era muy poco probable que una nueva vida estuviera desarrollándose dentro de mí, pero no podrían estar más equivocados...

En la próxima entrada, os explicaré cómo me enteré que estaba embarazada y cómo pude ahorrarme unos cuantos euros con la prueba de embarazo. Esto es algo que, sin duda, lo tendré en cuenta de cara a un futuro más lejano y para recomendárselo a mis conocidos. ¡Hasta pronto!